Los coches sin conductor y las dificultades que plantean

En el mundo actual los avances tecnológicos se suceden cada día, y a menudo hacen que nuestro mundo sea más seguro. No hace mucho, los coches autónomos parecían ciencia ficción, pero ya se pueden encontrar en las calles de muchos estados. Todas nuestras normas de conducción -desde quién paga una multa por exceso de velocidad hasta quién es responsable en caso de accidente- se basan en la presencia de un ser humano al volante. Hay razones de peso para apoyar los coches autónomos. Los coches normales son ineficaces: el conductor medio pasa 250 horas al año al volante. Son peligrosos. Los accidentes de coche son una de las principales causas de muerte entre los estadounidenses de 4 a 34 años y cuestan unos $300.000 millones al año.

La idea de los coches autónomos como medio para reducir los accidentes y los atascos existe desde hace tiempo. La tecnología está llegando por entregas, a medida que los fabricantes de automóviles introducen sofisticadas funciones de "conducción asistida" como opciones, incluso en los modelos del mercado de masas. Los compradores de algunos coches de tamaño medio ya pueden dejar que conduzcan solos y mantener una distancia de seguridad en tráfico constante. Los coches pueden medir una plaza de aparcamiento y aparcar solos. Leen las señales de tráfico y amonestan al conductor si se salta el límite de velocidad. Cada vez más, estos dispositivos toman decisiones en nombre del conductor y le anulan en caso de emergencia, por ejemplo, frenando para evitar un accidente.

Otras tecnologías empiezan a facilitar esta tarea. En primer lugar, los enlaces mecánicos entre los mandos y los órganos de trabajo se están sustituyendo progresivamente por otros electrónicos. En segundo lugar, los coches disponen ya de una versión rudimentaria de grabadoras de datos de "caja negra" para recoger información sobre los momentos inmediatamente anteriores a un accidente. Las aseguradoras ya han empezado a ofrecer descuentos a los automovilistas que acepten tener otras más sofisticadas que controlen su conducción en todo momento.

Con toda esta tecnología, cabe preguntarse si estos avances deberían instalarse en todos los coches para que nuestras carreteras sean lo más seguras posible. Es probable que esta pregunta se responda en un futuro próximo, a medida que la instalación de estos avances se abarate y se conviertan en una opción que la mayoría de los conductores opten por pagar. Con ello, la ley tendrá que avanzar a un ritmo rápido para responder a las muchas preguntas que surgirán debido al aumento de la tecnología.

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